Amante de la naturaleza en busca del sentido profundo de la vida. Una aprendiz insaciable. No recuerdo el momento en que empecé a hacerme preguntas a cerca de mi existencia y la causa de mi sufrimiento. Tuve que conformar un ego que me ayudase a desenvolverme y ser aceptada en un entorno que, a veces, he llegado a sentir ajeno.

Alinear mi vida personal y profesional

Cumplí con todo aquello que me había sido encomendado: fui buena estudiante, saqué varias carreras complejas, alcancé el éxito profesional, pero, por más que iba consiguiendo aquello que debía anhelar, seguía sintiéndome vacía.

Llegué al Yoga por casualidad, sin saber que su práctica sería motor de transformación y me daría la clave definitiva para iniciar un camino en el que sólo yo tengo las riendas: trasladar la mirada hacia el interior y dejar de buscar fuera lo que sólo podía hallar dentro. Tras más de diez años trabajando como ingeniera, sentí una profunda falta de coherencia que me empujó a alinear mi vida personal y profesional, empezando a buscarme a mí misma.

Estudié en distintas escuelas de yoga durante más de 6 años (aunque no he dejado de formarme en ningún momento) y convertí mi curiosidad en la mejor forma para desarrollarme profesionalmente; tema que despertaba mi interés, tema que devoraba a través de libros y cursos. Dediqué mucha energía y recursos a poner palabras a lo que ya estaba en mí, pero no me sabía reconocer y, llegado el momento, las piezas del puzzle se fueron encajando y empecé a vivirme desde el sentir, desde el cuerpo, pudiendo, por fin, tomar distancia de esa mente tan analítica que me había traído hasta esta versión de mí misma. 


LA PREGUNTA

La primera etapa del camino consistió en desprenderme de todo aquello con lo que me había identificado y me mantenía anclada al sufrimiento. Solté y solté hasta encontrar un vacío en el que se reveló con una intensidad desgarradora la pregunta clave: 

si no soy nada de lo que creía ser, ¿quién soy?


SADHANA INTEGRAL

Era el momento apropiado para hacer un viaje más profundo. Empezaba a vivirme a través de la meditación, a darme cuenta de las fuerzas que operaban en mi vida y de aquello que generaba sufrimiento, pero esa pregunta seguía sin respuesta.

Fue en este momento en el que la vida puso ante mí la escuela que ha sido mi hogar en los últimos años: Sadhana Integral. En esta casa inicié un camino profundo, primero como facilitadora de meditación y mindfulness y luego cómo terapeuta transpersonal. Este camino ha durado 5 largos años en los que he podido transitar todo aquello que ahora ofrezco a las personas a las que acompaño.


Realmente, nunca me he planteado un camino formativo para ejercer esta profesión, sino un camino personal de sanación que, de forma natural, comparto con aquellas personas que sienten la inquietud de transformar su vida y alcanzar la coherencia y la paz.



 

 


La terapia transpersonal cambió mi vida. En mi experiencia como paciente, la psicología conductivista y el psicoanálisis no llegaban a proporcionarme una transformación integral. No atendían todas mis dimensiones y no daban explicación a ese vacío existencial. Parecía faltar una pieza del puzzle que sí encontré en la terapia transpersonal: dejar de sentir que había algo que arreglar en mí, para tornar la manera en que me miro y miro al mundo con una mirada amorosa y compasiva. Esto me colocó al inicio de un camino de transformación en el que sólo yo tengo las riendas y que continúa a día de hoy, pero en el que he podido alcanzar la plenitud. Ahora me reconozco en esencia y me vivo desde ese lugar.

Como consecuencia lógica de la búsqueda de silencio y calma, me refugio a los pies de la sierra de La Cabrera, donde deseo seguir compartiendo todo lo que me hace libre, con una propuesta de corazón, abriendo mi casa a aquellos que deseen vivenciar conmigo:

un proceso terapéutico que parte de la inquietud propia y que se sirve de la terapia transpersonal, la meditación y la práctica de Yoga como herramientas para la liberación del sufrimiento.